viernes, 13 de marzo de 2009

Laos. Phonsavan. Recuerdos del infierno
























septiembre 2006. Llegamos a Phonsavan tras nueve horas en un vetusto autobús que serpentea las montañas desde Luang Pravang. Un grupo de de escolares nos invita a dar clase de inglés en su escuela. A cambio, se ofrecen a servirnos de guía por la ciudad y sus aledaños. 
Visitamos la aldea de unos de los profesores. En el interior de madera no hay más lujo que un par de libros y un cuaderno con las tapas comidas por la humedad. Nuestra visita atrae la atención de los más pequeños del lugar, que observan desde la puerta las andanzas de los extranjeros de ojos grandes.
Entre 1964 y 1973, la aviación norteamericana sembró de bombas Laos, a razón de 2,2 toneladas diarias. La mayor parte de ellas continúa sin explotar y son frecuentes los accidentes en provincias como ésta, una de las más castigadas. La munición permanece expuesta en el exterior de muchas viviendas y establecimientos.

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