lunes, 1 de marzo de 2010

Quisiera confesar que viví.

Feb. 10. “And…one, seven one to Holborn. Southwark Town Hall”. En el piso de abajo del bombardero rojo una latina enjuta hojea sus apuntes de la nueva lengua con el ipod enchufado a la oreja: " Curso rápido de inglés para hispanohablantes". Ojeras, illusion y esfuerzo disfrazan la sorpresa y la nostalgia. El invierno le ha borrado la sonrisa.

En mis manos, encuadernados, los recuerdos de un maestro. En mis labios, el sabor de boca de acabar de degustar sus reflexiones. En las noticias, un terremoto ha sacudido su Valparaíso vital. Demasiadas coincidencias para un día lluvioso.

“Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

" Confieso que he vivido". Pablo Neruda.

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